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LLEGARON A HUETAMO EN ABRIL DE 1865 200 PRISIONEROS BELGAS DE LA ESCOLTA DE LA EMPERATRIZ CARLOTA

HACE 152 AÑOS SE ESCRIBIÓ ESTA OLVIDADA PAGINA HISTÓRICA ENTRE FRANCIA, BELGICA Y HUETAMO

Ángel Ramírez Ortuño

Huetamo A 152 años de distancia de que arribaran a Huetamo un grupo de personajes extranjeros que inmersos en los sueños imperiales de Maximiliano de Habsburgo y su esposa la Emperatriz Carlota, jamás imaginaron que su destino final rumbo al cautiverio sería Huetamo, y por ello, después de que esta ciudad fuera el marco de esa epopeya, con el mes de abril se recuerda esa situación que de alguna forma puso a Huetamo en los ojos del mundo, y como un guion de cine, desde entonces este pueblo cambió en su genética, gastronomía y en su propia suerte.

Todo empieza el 11 de abril, de 1865, según lo narra Gabriel Silva Mandujano, al momento en que las fuerzas republicanas comandadas por el general Nicolás de Régules tomaron la ciudad de Tacámbaro, que se encontraba en poder de las huestes imperialistas integradas por 251 belgas y 38 mexicanos, y explica que el combate entre ambas fuerzas duró cinco horas, con numerosas bajas entre ambos bandos, entre ellos el capitán Chazal hijo del Ministro de Guerra de Bélgica, mientras que quedaban presos 203 prisioneros belgas, quienes formaban parte de la guardia de la Emperatriz Carlota y en apoyo de Maximiliano.

Después de tal enfrentamiento, el destino de los prisioneros extranjeros fue llevarlos a un punto remoto de Michoacán donde no fueran fácilmente rescatados por los soldados de Napoleón, y su destino fue…¡ Huetamo!, y capítulo especial lo escribe el secretario particular del General Riva Palacio, el Licenciado Eduardo Ruiz quien reseña su arribo a la cárcel de Huetamo, lugar al que arriban un día 16 de abril de 1865 escoltados por el Coronel Trinidad Villagómez, quien los entrega al Coronel Leonardo Valdez y cuyo recorrido desde Tacámbaro hasta Huetamo en tortuosa caminata la describe un sobreviviente de aquella epopeya, el escritor belga Mr. Loomans.

Según lo señala Riva Palacio y quien describe con crudeza como avanzaron desde el 12 de abril por tierras frías para después penetrar en una especie de desierto que compara con el Sahara, y al final, luego de cruzar ese inhóspito territorio entre San Antonio de las Huertas, Nocupétaro y Paso de Núñez, arriban extenuados a Huetamo donde serán concentrados en la plaza de armas y se les ofrecen alimentos que se expenden en las esquinas de la plaza por un grupo de mujeres que Riva Palacio describe como las “chimoleras”, y donde descubren que algunas gentes del pueblo padecen del mal del “pinto”.

En la plaza de armas, acicalados por el hambre y la falta de atenciones, los orgullosos soldados franceses de Napoleón, solicitarán que se les dote de costales de harina, manteca, frijol y que ellos mismos serán quienes elaboren sus alimentos, y así conoce Huetamo por primera vez las deliciosas teleras, el codiciado pan de dulce, los pasteles y todos esos secretos de la cocina francesa que en esta remota población dejarían como herencia culinaria para la posteridad, en contraparte, descubrirán que la carne de iguana era un manjar desconocido, practicarán la carpintería con el apoyo de las grandes reservas de enormes árboles que le daban a Huetamo una imagen de paraíso terrenal.

Y en base a su fama de hombres guapos y galanes , exigirán en una solicitud firmada y dirigida al Juárez su derecho como prisioneros de guerra a la- visita conyugal-, petición que analiza y aprueba el Benemérito de las Américas quien permitirá que los extranjeros hagan la corte a las mujeres de la región que así lo consideraran y por ende, meses después vendrá la gran aportación sanguínea que cambiará la genética regional, y motivo para que de nueva cuenta sean encarcelados, pero ahora en el vecino pueblo de Zirándaro, pero la sangre europea ya era parte patrimonial de la terracalentanía del Balsas.

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